Presentación a la conferencia de Benjamín Mayer Foulkes “Ensamble crítico: una alianza social y económica pro-ductiva” (23 de enero de 2023)

Buenas tardes a tod_s. Bienvenid_s de nuevo a la celebración del coloquio internacional: Por una gestión crítica de la cultura. La gestión como pro-ducción, organizado por 17, Instituto de Estudios Críticos; orquestado por la querida Eleonora Cróquer Pedrón. Gracias por participar en esta primera jornada que nos toca cerrar con la conferencia de Benjamín Mayer Foulkes, titulada: “Ensamble crítico: una alianza social y económica pro-ductiva”. Antes de darle la palabra expondré brevemente tres apuntes de reflexiones de largo aliento en los que nos hemos demorado a propósito de la viabilidad concreta y virtual de lo que ahora lleva el nombre de ensamble crítico.

1. Historicidad e institución. ¿Qué fabrica el crítico cuando hace crítica? ¿Dónde ejerce? ¿Cuál es su trabajo? ¿Qué produce? Estas preguntas además de aludir a la relación entre el crítico y el momento histórico que lo dispone –en el que, por cierto, no se identifica del todo–, apuntan hacia los procesos instituyentes que han dado lugar a la crítica. Uno de ellos ha sido, desde el siglo XVIII, la elaboración de la consigna ilustrada que refiere a la autonomía del pensamiento, que es ya, también, autonomía organizacional; «la liberación del hombre de su culpable incapacidad», escribió Kant. La autonomía no está dada y al estar constituida por la transformación material del mundo, es radicalmente histórica, como las instituciones que la estructuran y simbolizan. Una de las singularidades de las instituciones autónomas, críticas, es hacerse cargo de cómo la historicidad que la posibilita y la arruina da lugar a sus variaciones, propias de su naturaleza. Por esta razón, el oficio de la crítica que asuma el problema de la historicidad, no puede darse en un sólo lugar ni de una sola manera. Para una escucha atenta y sensible a las derivas de una situación, no hay problemas menores ni inquietud mundana que no sea un caso a tratar. En este sentido, la proliferación de casos y sus desarrollos son la expresión histórica de la diferencia. La complejidad de gestionar este tipo de instituciones está en salvaguardar el momento administrativo que concretiza las diferencias, así como lo otro de la razón que genera las preguntas y la imaginación. Esta aventura negativa es el despeje de los cuestionamientos y ensayos entre historicidad e institución que hemos conversado con Benjamín y que, de algún modo, intuyo que lo han llevado a plantear el ensamblaje crítico.

2. Teoría crítica, historia y economía. En un reciente intercambio de mensajes que tuvimos con Benjamín, le mandé la siguiente cita del ensayo de Max Horkheimer, Teoría tradicional y teoría crítica (1937): 

«La construcción del acontecer histórico como el producto necesario de un mecanismo económico contiene, al mismo tiempo, la protesta contra ese orden, originada justamente en ese mecanismo, y la idea de la autodeterminación del género humano, es decir, la idea de un estado tal que, en él, las acciones de los hombres ya no emanen de un mecanismo, sino de sus mismas decisiones».

Max Horkheimer, Teoría crítica, tr. Edgar Albizu y Carlos Luis, Buenos Aires, Amorrortu, (1937) 2008, p. 259.

Recordemos que este ensayo fue redactado y publicado en el exilio de Horkheimer en Nueva York. Entre sus compromisos laborales, la planificación económica del Instituto de Investigación Social a lado de su amigo, Friederich Pollok, demandaba la participación activa de ambos en inversiones en Wall Street, terrenos en diversos estados de Estados Unidos, etc. En 1937 el economista, Henryk Grossmann, colaborador del Instituto, animaba al equipo editorial a preparar un número especial de la revista o en otro soporte que celebrara el 70 aniversario de la circulación del primer tomo del Capital. Horkheimer preparó su ensayo teniendo en cuenta la importancia de esa fecha. La actualización reflexiva de la dialéctica para comprender la crítica a la economía política, el lugar social del saber en la Modernidad, la dimensión histórica del modelo industrial como posibilitador del conocimiento, y la ineludible apropiación económica y tecnológica por parte de la teoría crítica, son algunos de los problemas que desarrolló en ese y otros textos. Benjamín me escribió que ese párrafo era, precisamente, lo que él concibe como crítica instituyente. El viraje negativo de la economía como productor de hechos históricos, en la actualidad, pasa por la pregunta acerca de aquello que no puede ser intercambiable en la economía general de equivalencia, y sin embargo, moviliza históricamente el mundo material hacia la decisión de nuestra propia organización. Mutual y Critical Switch, como ha presentado Benjamín en coloquios anteriores, son plataformas para dar lugar e impulsar proyectos de diferente orden. En qué sentidos estos esfuerzos son ejercicios de autodeterminación social, Benjamín nos contará en unos minutos.

3. Alternativas: la deconstrucción y los lazos sociales. Para quienes escuchen hoy por primera vez la elaboración reflexiva de Benjamín acerca de los lazos sociales y la desconstrucción, se confrontan con una de sus versiones, quizá, de las que conozco, una de las más actualizadas respecto a cómo ha sido posible construir lo que hoy nombra como: ensamble crítico. Un elemento constitutivo del ensamble es su impronta psicoanalítica. Esta marca es posible leerla desde lo que Benjamín supone como singularidad y el lazo sin condición. El modo en que esa singularidad y la incondicionalidad se ha materializado en sus distintos registros no prescinde de la sociedad, es una de sus posibilidades. Siento la necesidad de referir a dos documentos, ambos leídos por sus autores en diferentes momentos. El primero, Necesitamos instituciones críticas. Manifiesto por la posuniversidad, de Benjamín, expuesto en el festival Aleph organizado por la UNAM el 29 de mayo de 2020. El segundo, El vigésimo aniversario de «17, Instituto de Estudios Críticos», de Néstor Braunstein, presentado el 4 de julio de 2022. En ambos casos la relación entre deconstrucción y psicoanálisis evidencia su importancia institucional en este momento histórico saturado de procesos de homologación. 

He dividido estos tres apuntes considerando la trayectoria de Benjamín, psicoanalista y director de 17, Instituto de Estudios Críticos. Estudió su licenciatura en Historia y la maestría en Teoría Crítica en Sussex. Se doctoró en filosofía por la UNAM con la tesis titulada: La perdurabilidad metafísica en Jacques Derrida (1998). A finales de la década de los noventa (del siglo XX) sus intereses en el jazz, el cine, su incursión en el mundo del psicoanálisis y el encuentro con las fotografías del fotógrafo ciego, Evgen Bavcar, dieron lugar en 2001 a la fundación de 17. Previamente desempeñó cargos administrativos y pedagógicos en diferentes universidades privadas y públicas. Sus itinerarios como editor y gestor han atravesado diversas áreas del conocimiento como la “discapacidad”, la semiótica, la historiografía, entre otros. Como toda semblanza, este es apenas un recorte histórico de una vida. 

Sin más, le doy la palabra a Benjamín. 

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